jueves, 17 de septiembre de 2009

Introducción

La necesidad de protección y la tendencia ala agresión congénita en el hombre han dado lugar a que en todas las épocas se hayan empleado multitud de recursos para fabricar armas. Con el paso de los años, los avances tecnológicos y científicos que se desarrollaron a gran escala en el siglo XX, se manifestó de forma negativa cuando se llevó a cabo la gran elaboración y producción de armas no convencionales, es decir, armas que utilizan recursos fuera de lo común, que bien pueden dañar al ser humano como a cualquier ser vivo, pero no se deben a principalmente a una fuerza explosiva ni perjudican necesariamente la superficie donde se presenta, no obstante, en algunos casos la toxicidad que conllevan las armas puede permanecer en dichos suelos. Nos referimos a las armas químicas y biológicas, las cuales tienen como principal objetivo el uso ofensivo de organismos vivos; en el caso de las armas químicas, el uso de propiedades tóxicas de sustancias químicas, agentes letales que atacan al organismo y dañan los sistemas vitales del ser humano; en el caso de las armas biológicas, emplean cualquier patógeno, como las bacterias, virus y toxinas que causen enfermedades, muchas de ellas mortales.